Merced & historia

El Comendador

Con este nombre o título de ‘Comendador’ se ha denominado clásicamente a los prelados (autoridad superior) de los conventos de la Orden de la Merced desde su fundación hasta las recientes constituciones de 1986, en las que se trocó definitivamente por el común término, típico sobre todo de las congregaciones del siglo XIX, de ‘superior local’. Es verdad que ya en las constituciones de 1895 — las de la restauración de la Orden después de la época de las supresiones liberales — se empiezan a combinar ambos términos de comendador y superior local para denominar a esta figura, comenzando a ganar campo el segundo término.  

 

Comendador es un término que clásicamente la Merced comparte con las órdenes militares, pues este título de ‘comendador’ lo detentaban los caballeros que tenían encomienda y, por lo tanto, tenían una dignidad superior a la de caballero por el hecho de detentar la autoridad y renta competente de un lugar o territorio. Otras órdenes religiosas, por su parte, han acuñado otras denominaciones para denominar la figura del superior local: abad, prior, guardián, ministro, entre otros. El término clásico de la Merced ha sido el de Comendador.

 

El vocablo ‘Comendador’ tiene el sentido de ser la persona a la que se le confía la encomienda, que en el caso de la Merced es el convento. Por tanto, es el que tiene el encargo y al que se le confía la responsabilidad última de la comunidad.

 

En el conjunto normativo recapitulado por Pedro de Amer en 1272 ya denomina a los prelados de la Orden (superiores locales) con el nombre de comendadores. En las constituciones de 1327 los describen así: «Los comendadores de las casas o iglesias o lugares y de las otras encomiendas de nuestra orden sean diputados (elegidos) por el maestro provincial o por su vicario». Un término tradicional que comienza a desaparecer tras la crisis de las revoluciones liberales del siglo XIX, en el que la tradición de la Orden se ve troncada con una renovación de su cuerpo legislativo-espiritual sin precedentes y que adopta, en buena medida, el estilo de las congregaciones religiosas nacientes en boga del momento.