Merced & historia

1523
Alonso Zorita, O. de M.
Concordia

(1523-1542)

El maestro Zorita no fue nunca maestro general de la Orden, pero ocupó el cargo de provincial de Castilla, último vitalicio (1523-1542), siendo uno de los más destacados de todos aquellos que, como él, hicieron, de facto, de ‘general’ para esta extensa provincia de Castilla (la mayor parte del territorio peninsular ibérico y América) en una larga época de la Orden (1467-1574) en la que por gracia de una concordia, concedida por la Santa Sede, los frailes del reino de Aragón y los frailes del reino de Castilla vivieron en una ‘concordada independencia’ en una unidad sólo espiritual y no gubernativa.

 

Alonso Zorita es, por tanto, uno de los mejores representantes de este ‘segundo general’ que como último provincial de Castilla vitalicio desempeñó su servicio en el bloque castellano de la Orden que, con la proliferación de conventos en España y América, empieza a adquirir unas dimensiones mucho mayores que el bloque gobernado por el maestro general.

 

A Alonso Zorita se le debe una edición particular del Speculum fratrum. La realidad de esta concordia se percibe con intensidad en esta edición que Alonso Zorita, como provincial de Castilla, hace del Speculum fratrum, es decir, el texto-autoridad de la identidad mercedaria y, como tal, espejo para la formación identitaria de los religiosos. En Valladolid, en 1533, hace una edición reducida del amplio manuscrito, donde se limita a reproducir las partes necesarias para esta creación de identidad mercedaria de la Castilla del siglo XVI: relato de la fundación; Regla de san Agustín; Constituciones vigentes desde 1327 hasta ese momento, exonerando el resto por innecesario (elenco de maestros generales, de priores de Barcelona, antiguas constituciones, e historia de los cismas).

 

La llegada a esta concordia (1467) no fue fácil. Desde 1441 Aragón y Castilla eran dos bloques independientes. El origen de la disputa brotaba del sistema de elección de los maestros generales que hacía que la elección de éstos recayera, casi siempre, en los priores de Barcelona. Esto suponía que los castellanos nunca pudieran acceder a tal cargo. La concordia no hizo cambiar el sistema electoral, pero dejaba que el provincial de Castilla gobernara su provincia con independencia del maestro general, aunque éste continuara siendo único para toda la Orden.