Merced & historia

Redenciones & Devoción y piedad

La Merced, en su historia, ha utilizado el termino de redención mucho más que el de rescate. Las redenciones de cautivos son leídas dentro del dogma cristiano de la redención de la humanidad por Cristo. Al igual que Cristo redimió con el precio de su sangre al género humano para devolverle su dignidad y verdadera libertad (la salvación), así la Merced es llamada, de manera análoga, a redimir a los pobres cautivos de la miseria del cautiverio para devolverles la libertad de redimido.   

 

Pero esta lectura redentiva cristiana no sólo se queda para la labor del redentor y de la propia redención. El pueblo cristiano, a través de sus limosnas, está llamado a expiar sus culpas por medio del sacrificio de la limosna. Más allá de su obligación de caridad con el hermano que se encuentra en peligro de perder la fe y de abandonar la esperanza en la redención de Cristo, la colaboración con las limosnas es un acto de piedad, en el sentido amplio del término, es decir, un acto de devolución virtuosa al Padre (Dios) y a la Patria (comunidad política). Una cuestión purgativa y de piedad que adquirirá una gran importancia, por ejemplo, a la hora de testar los bienes.

 

La lectura redentiva cristiana se aplica también a los cautivos, llamados a vivir su cautiverio con paciencia y esperanza. Paciencia en sentido incluso purgativo de depuración de los pecados. Y de esperanza, para no caer en la tentación de abjurar de la fe y de las santas costumbres salvíficas (moral y vida sacramental). El cautivo por fe está llamado a hacer de la necesidad virtud y transformar su cautiverio en ocasión de santificación.

 

Por este motivo las redenciones de cautivos están enmarcadas en un rito sagrado. La Merced originó un ritual litúrgico para el inicio de las redenciones, con toda una serie de plegarias y bendiciones, en los que se pide la protección del Cielo para tan compleja y arriesgada misión. Este ritual, sobre todo en sus peticiones letánicas, refleja, de modo indirecto, los aspectos más dificultosos de la ejecución de las redenciones (peste, naufragios, malicia de los moros, tentación de la renegación en los cautivos, entro otras). Del mismo modo, las redenciones concluyen, en su gran mayoría, con otro acto litúrgico de agradecimiento, con procesiones votivas y el canto del Te Deum.

 

Espiritualidad, devoción, caridad y redención de cautivos constituyen un manojo de vectores que se entrelazan y hacen de la que podía ser una aséptica obra militar (rescate de los caídos en guerra directa e indirecta), una cuestión religiosa en una sociedad sacralizada y católica.