Merced & historia

1218
Orígenes de la Merced

La fundación de la Merced se data en el 10 de agosto de 1218. Fecha en la que, según el relato histórico-teológico de la fundación que nos ha llegado (1445), el obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, en la catedral de la ciudad condal, confirió la condición canónica de religiosos al grupo de Pedro Nolasco y sus compañeros para vivir como tales en el Hospital de Santa Eulalia de dicha ciudad. Una pequeña institución local, de marcado carácter de caridad, cuyos frailes se ponían al servicio de la Iglesia y de la sociedad para la labor necesaria, arriesgada y carismática de la redención de cautivos.

 

Con toda probabilidad, el crecimiento y la evolución de esta pequeña realidad original fue fraguando el relato de la fundación incorporando otros elementos, así como la afirmación de la presencia del rey Jaime I de Aragón y la de Raimundo de Peñafort en dicha fundación. El rey entra en el relato, con toda probabilidad, como reflejo del patronato real del que gozó la Orden de la Merced en la Corona aragonesa, sobre todo a partir de Jaime II. Y Raimundo de Peñafort, el gran canonista del siglo XIII, porque forjó — mientras fue maestro general de los dominicos — la novedad para la vida religiosa del siglo XIII del cuerpo canónico de las Constituciones que daban concreción al espíritu de la Regla (de san Agustín en este caso). Un esquema, el del binomio Regla – Constituciones y éstas con dos distinctiones (partes), que emulará la Merced, así como gran parte de las familias religiosas nacidas después del IV Concilio de Letrán (1215).

 

En el relato de los orígenes de la Merced se subraya más lo teológico, es decir, el motivo, que las circunstancias meramente históricas. En el relato medieval maravilloso, al estilo bíblico, de la triple aparición de la Virgen María a Pedro Nolasco, al rey Jaime I y a Raimundo de Peñafort con la petición de que fundaran la Orden de la Merced, destaca la motivación religiosa (inspiración mariana) que da sentido al origen de la Orden y a la consagración de la vida en ella. El motivo para poner la vida en juego (y en riesgo) en la obra del servicio socio-religioso de la redención de cautivos, hecha de manera gratuita, no como los alfaqueques y exeas de la época, es y debía ser la caridad cristiana, según el modelo de Cristo redentor. Igual que Cristo dio su vida por redimir a los hombres, así los mercedarios deben poner su vida en juego y consagrarla para redimir a los pobres cautivos.

 

Los orígenes de la Merced, con la misión de redimir cautivos como misión fundante, se encuadra en el marco de los movimientos de caridad y carismáticos (hospitales, redenciones…), pero sin ser rupturista (herético), que fluían en el seno de la Iglesia del Mediterráneo franco-catalán del siglo XIII.