Merced & historia

El Bautizo de La Malinche
por Bartolomé de Olmedo, O. de M.
Capellán de Hernán Cortés

El mercedario Bartolomé de Olmedo fue el primer sacerdote que plantó la cruz y dijo misa por muchas partes de las tierras mexicanas al ser el capellán de la expedición de Hernán Cortés.  El mismo fraile, como hecho relevante, junto con el traductor Aguilar — según palabras del testigo ocular Díaz del Castillo — «predicó, a las veinte indias que nos presentaron, muchas buenas cosas de nuestra santa fe, y que no creyesen en los ídolos que antes creían, que eran malos, y no eran dioses [...], y estas fueron las primeras cristianas que hubo en la Nueva España», entre las que estaba la afamada Malinche, doña Marina, tan importante en la conquista y primera evangelización de las tierras mexicanas. 

 

La historiografía, según la evolución de las sensibilidades, ha modificado el modo de tratar a La Malinche o doña Marina, desde Díaz del Castillo que la presenta como la madre del mestizaje mexicano, y la describe como «gran mujer» y de la que afirma que «sin su ayuda no hubiéramos entendido los idiomas de la Nueva España y de México», hasta la historiografía dominante hodierna, de carácter marcadamente nacionalista e indigenista, que la considera una ‘traidora de la patria’. De hecho, se ha acuñado el vocablo malinchismo para designar peyorativamente a las personas que prefieren un estilo de vida diferente a su cultura y gustan más de una vida con influencias extranjeras.

 

Doña Marina o La Malinche, sin embargo, es una mujer que vivió en su niñez, por la lucha feroz entre los distintos pueblos mexicanos — que no formaban ninguna nación y que vivían en un enfrentamiento atroz — el drama de pasar de ser hija de un gran cacique a ser vendida por su padrastro como esclava, cayendo en manos del cacique de Tabasco. Con la conquista de Tabasco por Hernán Cortés La Malinche pasa, como regalo del cacique, con quince años, a manos del conquistador español. Su bautizo hizo que entrara a formar parte del nuevo pueblo y de esclava pasó, con los nuevos conquistadores, a ser mujer importante, pues como dice Díaz del Castillo, «Doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente entre los indios en toda la Nueva España». Su conocimiento de las distintas lenguas, por su pasado entre su pueblo y en el que estuvo como esclava, la hizo indispensable para la comunicación, pues además del maya hablaba náhuatl, idioma de los mexicas. Tuvo un hijo fruto de los amores con Hernán Cortés. Después, se desposó con el capitán Cristóbal de Olid con el que tuvo una hija.

 

La Malinche, con sus hijos, por tanto, es el primer ejemplo de la formación de la identidad mexicana, mestiza en el sentido más elevado de la palabra.