Merced & historia

Hernando de Santiago, O. de M.
Predicador

(1557-1639)

Fue un orador célebre del Siglo de Oro español, nacido en Sevilla, 1557 y muerto en la misma ciudad el 30. III.1639. Ha pasado a la historia apodado ‘pico de oro’, como parece que lo denominó, al escucharlo predicar, Felipe II.

 

Dentro de la Orden desempeñó tareas de gobierno, sobre todo de negociador en pleitos internos, que lo llevaron a Roma, donde también fue aplaudido como predicador. En una de esas ocasiones fue escuchado por Paolo V que lo denominó ‘armonía de la Iglesia’. En 1606 fue elegido como el primer provincial de la recién fundada provincia de Italia.

 

Las disensiones internas hicieron que dicha provincia fuera suprimida y los conventos reintegrados a la provincia de Aragón en apenas un año. De poco le valieron los apoyos que fray Hernando tenía del cardenal Colonna y del pontífice, pues por orden del rey de España y del maestro general hubo de regresar a España, donde incluso fue despojado del hábito. Hubo de acudir al nuncio para que se anulara esta sentencia. Se retiró, después, a su provincia de Andalucía donde gobernó como comendador varios conventos importantes, como el de Granada y el colegio de Sevilla, aunque volvió a tener disgustos con los generales.

 

Fue un predicador de fama, aplaudido en Sevilla, Zaragoza, Málaga, Madrid, entre otras. Su época de mayor actividad en la oratoria sagrada fue el decenio de 1590-1600. Destaca la pieza oratoria que compuso y predicó en Málaga con ocasión de la muerte de Felipe II, que fue reeditada varias veces. También destaca un Cuaresmal, que tuvo mucho éxito en Salamanca, llegándose a suprimir las clases para que los profesores y estudiantes pudieran ir a escucharlo, y un Santoral.

 

Por tanto, un hombre inteligente, buen conocedor del derecho, de carácter fuerte, con una dote especial para la oratoria sagrada, en la que llegó a destacar entre los predicadores de su tiempo. Su coetáneo fray Gabriel Téllez (Tirso de Molina) señala — como una anécdota que lo puede retratar — que la madre de Hernando decía de él «que saldría bien de todas sus dificultades mientras tuviera la lengua suelta».