Merced & historia

Francisco Zumel, O. de M.
Catedrático y Reformador

(1540-1607)

Nació en Palencia en 1540 y murió en Salamanca el 9.IV.1607. Se trata, seguramente, de uno de los profesores más conocidos que ha tenido la Merced en Salamanca en la época moderna. Fue discípulo, en sus años de formación, de Gaspar de Torres, al que siguió su estela en varios de sus cargos: catedrático en Salamanca (1570-1601) y provincial de Castilla (1585-1588). Llegó a ser el maestro general de la Orden (1593-1599).

 

Su ingreso en la Orden y toda su formación fue en la Veracruz de Salamanca, en uno de los momentos más esplendorosos de su historia. Muy joven salió de Salamanca para ocupar el cargo de rector del colegio universitario de la Merced de Alcalá de Henares, de cuya universidad fue ‘juez conservador’. Pronto regresa a Salamanca donde comienza su periodo docente en 1570. Pasará por varias cátedras y luchará en distintas oposiciones, entre ellas, la afamada — por lo novelesca — pugna por la cátedra de lógica moral que disputó con fray Luis de León (1578), consiguiéndola dos años después, en 1580. A partir de esta fecha se convierte en ‘profesor inamovible’. Llegó a ocupar el cargo de decano de la facultad de teología en 1600.

 

Como intelectual — seguidor de santo Tomás excepto en lo tocante a la Inmaculada Concepción — entró de lleno en la entonces ardiente ‘polémica de auxiliis’, en la que tomó postura contra los molinistas. Su mayor contribución, de la que creó escuela, fue su propuesta de explicación de las relaciones entre la inhabilidad divina y la libertad humana, es decir, su explicación y análisis de los conceptos de voluntad humana con respecto a la infinita preciencia divina. 

 

Dentro del gobierno de la Orden destaca por su papel en la confección de las nuevas constituciones, editadas en Salamanca en 1588. A él se le encomendó la labor de la redacción de los scholia explicativos. Su generalato es considerado como el período del asentamiento definitivo de la reforma de la Orden tras el concilio de Trento.

 

La imagen del Maestro Zumel ha quedado inmortalizada, hasta nuestros días, gracias a los pinceles de Francisco de Zurbarán (c. 1633), cuyo retrato, de grandes dimensiones, indica la importancia del personaje dentro de su Orden.