Merced & historia

Bartolomé de Olmedo, O. de M.
Misionero expedicionario

(1485-1524)

Nacido en Olmedo (Valladolid) c. 1485 y fallecido en México, en 1524, este mercedario ha pasado a la historia por haber acompañado, como capellán, al conquistador Hernán Cortés. La fuente principal que tenemos de su vida y labor misionera es la afamada obra de Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España.

 

Bartolomé de Olmedo, pasó al Nuevo Mundo, a la Española, ya en 1514, siguiendo la estela de los primeros mercedarios que habían viajado allende los mares a partir del segundo viaje colombino. Podíamos tildarlo, dentro del contexto de la época, de un fraile aventurero a lo divino. Aventura, misión y conquista como un ramillete de ideales indisolubles en Bartolomé de Olmedo. Se lanzó a la aventura de Cortés, embarcando en su expedición, salida de La Habana, en 1519, aún sabiendo — dentro de las luchas de poder entre los expedicionarios españoles del momento — que Cortés había sido relevado del mando por el gobernador. 

 

Su gloria, o rasgo más significativo que nos deja ver Díaz del Castillo en su Crónica y que sigue toda la historiografía olmediana, es la de haber participado, muy directa y comprometidamente, en la organización de la expedición de Hernán Cortés de México (1518-1519), y haber intervenido en ciertos episodios de la conquista de dicho territorio, así como haber actuado como mediador en las disputas que sostuvieron Cortés y Narváez.

 

Bartolomé de Olmedo, como misionero-capellán de la expedición mexicana, se opuso, en distintas ocasiones, al poco tacto de Cortés respecto a las creencias religiosas de los nativos. Así, dentro de la historia de la evangelización del Nuevo Mundo, Bartolomé de Olmedo fue el primer sacerdote que plantó la cruz y dijo misa por muchas partes de las tierras mexicanas. El mismo fraile, como hecho relevante, con el traductor Aguilar — según palabras del testigo ocular Díaz del Castillo — «predicó a las veinte indias que nos presentaron muchas buenas cosas de nuestra santa fe, y que no creyesen en los ídolos que antes creían, que eran malos, y no eran dioses [...], y estas fueron las primeras cristianas que hubo en la Nueva España», entre las que estaba la afamada Malinche, doña Marina, tan importante en la conquista y primera evangelización de las tierras mexicanas.